Biografía Pbro. Andrés Ariztía de Castro – Fundación Las Rosas

Biografía Pbro. Andrés Ariztía de Castro

Hijo de Ricardo Ariztía Ruiz y Luz De Castro Reyes, el octavo de once hermanos, nació el 12 de agosto de 1954. Estudió en el Saint George’s College y su formación universitaria en la Escuela de Negocios Adolfo Ibañez en Viña del Mar. En 1976 ingresa al Seminario San Rafael de Valparaíso donde estudió la Filosofía y luego en el Seminario Pontificio de los Santos Ángeles Custodios de Santiago donde recibió la formación sacerdotal para luego ser ordenado sacerdote el 24 de marzo de 1984, en el Santuario Nacional de la Virgen del Carmen en Maipú por el Arzobispo de Santiago Monseñor Juan Francisco Fresno Larrain.

Siendo Vicario Parroquial de Nuestra Señora del Carmen en Maipú, estudió la Licenciatura en Teología en la Facultad de Teología de la Universidad Católica con la Tesis “El Pueblo de Dios en el Concilio Vaticano II”. Luego ha sido párroco de Santa María Magdalena y Nuestra Señora de Las Mercedes en Puente Alto, Decano de Puente Alto Sur y Asesor Pastoral de las Escuelas de la Fe en la Zona Oriente, Párroco de El Señor de Renca en la Zona Norte,  en la Parroquia Santo Toribio de Mogrovejo en la Zona Cordillera y, actualmente,  de Santo Tomás de Aquino en la Zona Norte.

Entretanto, el año 2002 fue designado Capellán de Fundación Las Rosas por el Arzobispo de Santiago, Cardenal Francisco Javier Errázuriz. Desde la Fundación ha trabajado para visibilizar la situación de los adultos mayores más pobres y desvalidos del país, darle dignidad a su vida como hijos de Dios, impulsando el servicio y la colaboración de toda la comunidad así como profundizando en la identidad católica y el servicio profesional para la realización de la Misión encomendada por la Iglesia.

Desde el 2002 a la fecha, y en continuidad con la etapa fundacional de Monseñor Sergio Correa, hemos tratado junto al directorio y a los comités asesores en diversas áreas, de poner cuatro acentos fundamentales.

El primero es la calidad y profesionalismo en los cuidados de los residentes, dado que, hace 15 años, pusimos como criterio de ingreso dar la oportunidad, en primer lugar, a “los que nada tienen, a nadie tienen,  a los más desvalidos”. Eso ha significado que, el perfil de nuestros residentes ha llegado en la actualidad al 96% de dependencia física en diversos grados y al 80% en dependencia mental Alzheimer,  siendo ésta hoy la primera razón de ingreso a la Fundación Las Rosas. Hemos pasado de hogares residenciales para los más pobres, a ser verdaderos hospitales para adultos mayores más enfermos y  más pobres de nuestra patria, cosa que finalmente creemos es lo que el Señor ha querido. Que la Fundación sea un signo de su grande misericordia y de su identificación con el que “Tuve hambre y me diste de comer….Estuve enfermo y me acogiste”.

En segundo lugar, se ha puesto énfasis fundamental hacia lo que hemos llamado, la deuda social con el personal. Es un esfuerzo inmenso, manteniendo casi el mismo número de camas a lo largo de estos 18 años, pero construyendo hogares que tienen la arquitectura y los condicionamientos para los cuidados necesarios de los residentes, como para también el desempeño laboral del personal que tiene hoy día, inducción, capacitación y formación, en relación a la misión que la Iglesia nos ha confiado y que cada uno de nosotros tiene el deber de insertarse. La dignidad del personal significa la mejoría de los sueldos, el bienestar, una serie de convenios en favor de quienes aquí trabajan y también de sus familias. El premio a los papás de los mejores alumnos y un ambiente de clima laboral y desempeño eficientemente evaluado a la vez.

El tercer elemento que nos ha animado en estos años, es la identidad  cristiana no solo hacia el acompañamiento espiritual de cada residente, respetando su identidad religiosa o aún su increencia, sino también, en la identidad hacia la persona de Cristo y la misión que nos ha confiado en cada persona que aquí trabaja. Nos interesa que el trabajo sea un trabajo integral según la misión confiada por la Iglesia, que le permita hacer la experiencia de Dios con el residente. Mantiene la Fundación una inspiración cristiana católica, con la eucaristía en los hogares, capellanes y 19 comunidades religiosas, en 19 hogares de los 28, el rezo diario del Santo Rosario y un acompañamiento digno hasta el último momento en que parten a la casa del Padre en los cielos.

El cuarto elemento ha sido, la vinculación de la misión de la Fundación con la sociedad civil y el Estado. Nos interesa que la Fundación sea “como un sacramento” de cómo cada familia en Chile tiene que aprender a querer, a valorar y, a integrar en sus vidas a los adultos mayores. Muchos se encuentran en una condición no solo miserable, en relación a las pensiones, sino una cultura que los considera más bien una carga al interior de la familia. Hoy el país ha cambiado, se ha logrado una cultura que los valora, que trabaja por mantenerlos en una vida activa, que les reconoce inmensas labores que realizan al interior de las familias y de la sociedad y de los barrios, y van apareciendo nuevas políticas en el Estado, que van en la línea de un envejecimiento digno, activo e inclusivo con toda la sociedad. Junto a esto, hemos hecho un esfuerzo enorme con los políticos, con el Estado de Chile y especialmente el Ministerio de Salud, para que aquí se les reconozcan sus derechos de salud, ya que si no estuviesen acá, estarían llenando una cama de un hospital. Y hace algunos años, unos ocho años, comenzamos con los convenios con Minsal Fonasa, en pequeños pasos, rompiendo la ideología de que si no lo hace el Estado, no se reconoce a los privados. Aquí se trata de chilenos que tienen derechos de salud y que el Estado no se los da, hoy tenemos un reconocimiento de casi el 50% de las camas,  en un apoyo económico relevante, pero aún no total, y esperamos con los años poder lograr que el Estado le reconozca su derecho de salud en estos hogares, que son, “casas de recuperación de salud reconocidas según el decreto ley 16.585”, como  colaboradores del sistema de salud pública.

Finalmente, para mí como sacerdote, ha sido una experiencia ardua y difícil, porque el Ministerio de la Caridad, no perdona sábados, domingos, ni horarios, porque se trata de la vida de una persona vulnerable, y del mandato de Cristo que como San Pablo, dice “..la caridad de Cristo nos urge”.  Es una “escuela “ para aprender a trabajar con Dios, el valor inmenso de la oración, del agradecimiento y del reconocimiento de lo que Dios inspira a unos y a otros en la construcción de esta casa común, digo yo en ese aspecto, siempre pendiente de lo que Dios va mostrando y siempre esperando que se acerque la mano amiga que nos regala su tiempo, su oración y sus bienes para el Señor, en la persona de estos adultos mayores.

Finalmente, ellos no tienen la posibilidad de agradecer porque tienen Alzheimer o de entregar una buena nota porque no están en el colegio ni trabajan, pero sí en el día del Juicio, hablarán bien de quienes colaboraron para ese plato de comida caliente, para esa cama limpia, para ese cariño, para esa oración y para esos cuidados de excelencia en el área salud. Es por eso que, todo lo que uno coloque aquí queda colocado en la eternidad, pero con la promesa de que cuando nos llegue nuestro turno delante de Dios, ellos van a sacarnos adelante a pesar de nuestras miserias y de nuestras deudas con el Señor. Somos “antesala del cielo”,  aquí nadie muere, todo el mundo sabe que parte a la casa paterna, para la cual se ha preparado y anhela con todo su corazón, y pienso lo mismo para mí, para el gerente general, para el que tenga cualquier servicio al interior de la Fundación La Rosas. Todos nos encontramos en una antesala del cielo y los bienhechores, los voluntarios, los apoderados, todos los que conformamos esta gran familia, también respiramos este clima, este ambiente y esperamos que algún día sea realidad este nombre antesala del cielo.

Finalmente, la Virgen María, es la que ha hecho el tejido de esta historia, la que ha alcanzado de Jesús del Señor, cambiar el agua en vino como en las bodas  de Caná, multiplicar el pan, calmar las tempestades, y alcanzarnos la misericordia y el perdón en la resurrección de su Hijo. Así que por eso que a ella la tenemos como la gran directora en su Santuario , en la Casa Central, desde donde fluye como una gran y única vertiente el don de Dios para los 28 hogares, para los 2200 residentes y los sueños que tiene la Virgen, se puedan ir cumpliendo como el gran Centro Geriatrico para Alzheimer, que es la dolencia más difícil, que la gente no sabe qué hacer y es la vulnerabilidad más radical, donde el ser humano no solo es pobre, porque no tiene o los cuidados o los medios, sino que además ha perdido el conocimiento de sí mismo. Por eso nos interesa mucho el proyecto Alzheimer y los proyectos de las grandes ciudades en Chile, donde todavía no llegamos, donde la tasa de ancianidad y la pobreza se incrustan con una enorme crueldad en nuestros hermanos mayores. Para acoger Las enormes listas de espera en el país que más rápido envejece en América, Chile, y que todavía no tienen la oportunidad de tener una política pública que permita un envejecimiento digno.